sábado, 30 de enero de 2010

IMPOSIBLE SERLO

Llega a su casa y lo primero que ve es ese sillón blanco, el que tantas veces lo cobijó a lo largo de su vida, testigo fiel y solitario de sus vivencias, almohadones blancos que retienen su calma y que expresan la transparencia, el estar vivo…
Quiere relajarse y no pensar, trata de llenar su alma de gratos recuerdos para explicar el porqué de su destino. Allí al lado la televisión, esa mecánica compañera infaltable en sus horas de ocio, esa fría y distante máquina que todo lo calla, pero a su vez todo lo dice a través de sus imágenes, tantas veces receptora de sus sentimientos, esos sentimientos que lo dominan, que lo hacen vital, como las flores que hoy penden del florero roto que alguna vez amó, tal vez aún más que a su dueña, quien está presente allí, inmóvil, hecha pedazos contra el suelo, como su corazón roto, por el desengaño reflejado en cada una de esas flores ya marchitas, muertas por el deseo reseco de un amor que se apagó hace tiempo, que le quitó a él la alegría de sentir, de la emoción, de ser simplemente humano.
Se incorpora y dirige su mirada extraviada hacia allí, la entrada que alguna vez lo vio feliz, donde por momentos entró la luz de su vida, de sus sueños y esperanzas, pero sólo observa ropa tirada…esa ropa de alguien quien alguna vez supo ser y que ahora le resulta imposible serlo, ya que esas huellas en el piso, como esa ropa forman parte de su pasado…trágico, pero pasado al fin.

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